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lunes, 14 de febrero de 2011

Esther y San Valentín


Dante ahora me deja poco tiempo. Pero cuando vi que mi amiga Geno organizaba este año en el foro de "Esther y su mundo" un concurso de relatos de San Valentín saqué algo de tiempo una noche de las tranquilas: de esas noches en las que el niño se duerme pronto y bien.

Las reglas del concurso eran bien sencillas pero muy originales. Escribir un relato de folio a folio y medio partiendo de una entradilla. Se nos decía también que podíamos elegir entre hacer protagonista a la Esther adulta o a la clásica.

Esta opción a mi me dio la idea de utilizar a ambas de algún modo. Finalmente se presentaron 7 relatos de San Valentín. El primer premio ha resultado ser un empate a 4 puntos. Mi relato ha quedado en segundo lugar con 2. ¡Así que estoy contenta con el resultado!.

Hay que tener en cuenta que los relatos eran muy buenos y que las estherianas estamos tan metidas en el papel de Esther y todo lo que la rodea que somos capaces de crear verdaderas tramas que harían temblar a más de un guionista experimentado.

Esta fue mi participación en el concurso:


Esther se miró en el espejo por enésima vez. Revisó su peinado, maquillaje, vestido (definitivamente aquel color le favorecía un montón), zapatos… Comprobó el interior de su bolso. Quería llevar todo lo que pudiera necesitar, no quería que nada le estropease su cita, su ansiada cita. Tanto tiempo esperando y por fin había llegado el día ¡y en San Valentín nada menos! Oyó como sonaba el timbre de la puerta, los pasos de su madre que se dirigían a ella y como giraba el pomo:
- ¡Estheeeerrr! ¿Estás lista? Vienen a recogerte
- ¡Ya voy, mamá!
Y echando un último vistazo al espejo, salió de la habitación
.



- ¡Ya estoy! - bajé la escalera acompañada por un taconeo.
- ¿No vas a pasar, Juanito, hijo?
- No señora Parsons, está bien.- llevándose la mano a la boca y susurrando dijo en tono cómplice - he reservado mesa en un restaurante muy especial para su hija y para mí.
Mi madre sonrió y se retiró a la cocina con la taza de té todavía humeante entre las manos. Yo di una vuelta sobre mi misma para dejar que Juanito pudiera ver mi estupendo modelito comprado en Palmers. Me había vestido de rojo para celebrar San Valentín.
- ¡Estás impresionante Esther! - silbó y yo enrojecí de placer.
Salimos del porche agarrados de la mano. La luna brillaba llena, dorada y redonda y las estrellas blancas parecían tiritar de frío en el aterciopelado cielo de Febrero. Juanito me dio un paquete mal envuelto y al abrirlo me encontré con un precioso pañuelo entre las manos.
- ¿Me permites? - riendo me dejé tapar los ojos y me monté a tientas en la motocicleta. - Confía en mí. Forma parte de la sorpresa...
Arrancó y hundí la cara en su pelo sujetándome fuertemente a su pecho y sintiéndome flotar al pensar en que mi Juanito me había hecho un regalo... por primera vez. Nos detuvimos al poco y desmonté con su ayuda.
- ¿Dónde estamos? - estiré las manos frente a mí. Por un momento imaginé a la maquiavélica Doreen escondida en un rincón oscuro riéndose de mí. Una sombra de sospecha cruzó mi mente... ¿de verdad podía ser todo tan perfecto?
- ¡Ya puedes mirar! - deshizo el nudo del pañuelo, que se quedó colgado de mi cuello. ¡Chicas, no podéis imaginar lo que pude contemplar frente a mí!
Estábamos en mi estanque; el mismo lugar en el que yo había estado tantas veces con los patos... Pero no parecía el mismo lugar. Bajo el árbol en el que Rita y yo habíamos deshojado tantas flores había ahora una mesa con un mantel blanco. Dos sillas quedaban iluminadas por multitud de bombillitas que colgaban de las ramas como si fueran luciérnagas. ¡Unas velas alumbraban los dulces que Juanito había traído expresamente para mí! Me quedé boquiabierta mirando el precioso rincón encantado. No podía estar pasando... ¡por fin! Juanito al fin se había decidido.
- ¿Todo es para mí? - logré decir.
- Todo es poco para mi princesa. - su sonrisa mágica hizo que me temblara el corazón cuando su cara se fue acercando a la mía...
- Princesa. Princesa. Princesa. Princesa. ¿Estás bien, princesa?
- ¡Nunca estuve mejor! - dije alzando los brazos. Sentí que flotaba. Y también un gran dolor en la cadera.
- ¿Esther? - me encontré con unos ojos preocupados.
- ¿Ted? He debido resbalarme en la bañera. Tengo que darme prisa .Tengo una cita con Juanito! Y seguro que Laurita me habrá cogido el pintalabios para jugar.
- Una de dos - escuché a su voz decir- o el golpe ha sido demasiado fuerte o tantas guardias seguidas te están pasando factura. En ambos casos tendremos que consultarlo con Kerry.
Me levanté frente al espejo y a través de él reparé en las canas de Ted.
- ¡Esther! Menos mal que estoy aquí – la cara redonda de Harry apareció en el quicio de la puerta como salida de la nada. Patty se encogía de hombros tras él con una sonrisa burlona.
- ¡Menudo San Valentín! - resoplé palpando la magulladura.- ¡y menudo regalo!
Dentro de la bañera flotaba el "Daily Mirror" con la foto de Juanito en portada.



¡Muchas gracias a mis dos votantes! ¡Y que todas encontreis un Juanito! Yo soy afortunada... ahora tengo dos.

5 comentarios:

  1. Muy bueno TAMY, todos estavan geniales?

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  2. muy bonito relato, tamara. este año el nivel ha sido muy alto.
    cuando dices que ahora tienes dos juanitos... déjame adivinar: tal vez te refieras a tu marido y tu hijo, en el sentido de que son tus dos grandes amores. es así??
    por cierto, en la supuesta historia para el tomo 4 de las nuevas aventuras que inventé como inocentada para el 28 de diciembre, a doreen le coloqué a harry, en castigo por mala, jejeje.
    besos!!

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  3. Gracias!!!!
    Sí Chema, me refiero a que tengo mis dos amores y a que Dante, según lo veo evolucionar, se va a convertir en todo un conquistador: es un Juanito en potencia...
    Sí, yo fui de las que piqué en tu inocentada... ¡recuerdo lo de Harry!

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  4. Sobre todo, muy original el relato ¡Gracias por participar, guapa!

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  5. Gracias a ti por organizarlo...!
    Por un rato pude retomar el gusanillo de escribir un relato.
    Por cierto, quiero hablar contigo en privado sobre mi novela.

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