Cuando mi madre murió quedaron muchas bolsas que mirar. Y nadie más tuvo valor para hacerlo. Así que me enfrenté a una habitación llena de bolsas hasta el techo con el próposito de salvar lo que tuviera valor y sacrificar el resto.
Las bolsas de basura desfilaron en procesión pero tuve que detenerme al encontrarme con esto:
Una colección de pequeñas latas que en el 1900 había debido contener productos medicinales.
Cuando abrí una de ellas me encontré con que cada una guardaba abalorios de distinta clase. Sobre todo pedrería brillante y una especie de aguja para coserlas al tejido.
Al preguntar a mi hermana María me contó que una tía de mi madre había sido una modista muy popular en la época que cosía para las señoras adineradas de Gibraltar hermosos vestidos de noche rematados a mano por la preciosa pedrería y aquel pequeño bordador.
Mi hermana opinó que nadie mejor que yo daría uso a aquellas cosas. Y me lo quedé todo.

No sabía muy bien para qué usar aquellas piedrecillas brillantes quizás demasiado pequeñas para mis trabajos de fieltro. Finalmente ambientada por la historia de las cajitas ideé una serie de broches en los que empleé también tela salvada de aquellas tristes bolsas. Decidí que materiales de la tía de mi madre y ella misma podrían conjugarse para crear algo diferente con materiales actuales pero reflejando a la vez otros tiempos... ¡Y así nacieron las chicas de los Locos Años Veinte!
Como decía la tela sirvió para el fondo y las cuentas las usé para enroscarlas en forma de collar en los interminables cuellos de estas chicas...

Aún así me quedaron muchísimas piezas. Y hoy mirando mi perchero me quedé contemplando el último bolso que me ha regalado mi marido. El color plateado me recordaba a algo y no sabía bien a qué. Finalmente recordé la lata de pastillas con cocaína del Doctor Bonald y me decidí a pasar la tarde jugando a los abalorios. Las cuentas y el bolso tienen exactamente el mismo color.
Y me ha quedado un collar de dos vueltas la mar de bonito. Ahora llevo de manera actual parte de la herencia de los abalorios....